martes, 22 de diciembre de 2009

Sin rumbo


No puedo evitar tratar la situación actual del Real Zaragoza. El equipo de mi ciudad, del que fui fiel seguidora durante muchos años antes de la llegada de la actual directiva, está metido en un pozo sin fondo. Y lo peor es que los malos resultados no son el mayor problema.


Desde que Alfonso Solans Solans vediera el club al actual máximo accionista, el constructor Agapito Iglesias, el Real Zaragoza ha sido una farsa. A este señor no le gusta el fútbol. Simplemente compró el equipo por imposición de las instituciones autonómicas aragonesas, que a cambio concedían a su empresa numerosas obras públicas.

Este alto precio lo ha pagado la afición zaragocista, que ha visto cómo un constructor y algún que otro responsable político, como el presidente, han convertido a un club con solera en el hazmerreír del fútbol.

Tras el cese de Marcelino García Toral como entrenador, los dirigentes buscan un recambio para el banquillo y una tardía revolución en la plantilla, que ya no tiene ilusión por formar parte de un proyecto que se vendió como ilusionante.

Aunque mi opinión tenga detractores… mantengo la esperanza de que “Dios existe y por eso el Real Zaragoza se salvará y Osasuna descenderá”.

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