lunes, 26 de octubre de 2009

Yelena, 'asín' iba ella


“¡Pobrecita!”. Esto se oía en el ala de deportes de la redacción de elmundo.es el pasado mes de agosto. La plusmarquista mundial de salto con pértiga, Yelena Isinbayeva, daba por finalizada su participación en el Mundial de Atletismo de Berlín después de no superar el obstáculo en ninguno de los tres intentos. Las lágrimas brotaban de sus ojos azules e invadían su pálido rostro. Y es que la propia Yelena no encontraba explicación a su estrepitoso fracaso cuando las cámaras de televisión recogían su testimonio.


Los periodistas deportivos de este diario digital y también algún que otro compañero curioso que pasaba por la alocada sección seguían con especial atención la prueba de salto con pértiga. Todos esperaban un nuevo récord de la rusa, pero no pudo ser. Lo del récord era lo de menos, pues pocos días más tarde Isinbayeva volvía a superar la marca mundial por vigésimo séptima vez en el Mitin de Zurich y la establecía en un insuperable 5.06 m. Las caras de los fans de Yelena reflejaban la pena de no volver a apreciar su musculada figura, sus brazos, torso y piernas, mientras salta apoyada en un largo palo de nombre pértiga.

Yelena Isinbayeva, quien tiene en su haber varios premios a la mejor atleta e incluso un Laureus, fue galardonada hace unos días con el premio Príncipe de Asturias de los Deportes. Como si de una gala de los Oscar se tratase, el momento más esperado por todos los ovetenses es el desfile de los premiados desde el coche hasta la puerta del Teatro Campoamor. Sin despreciar a la bien conservada Margaret Chan, representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS), premio Príncipe de Asturias de la Cooperación, ni al arquitecto Norman Foster, que se llevó el de las Artes, la gran sensación fue la deportista rusa, Yelena Isinbayeva. Escote por delante y por detrás, y el resto transparente. Sugerente, que no vulgar. Se dice que igual rompió la etiqueta del acto, que no el protocolo, con un vestido nude second skin. Pues quizá sí. Pero oigan, romperla con elegancia y una sonrisa está permitido.

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