domingo, 4 de octubre de 2009

Todo fue una corazonada…


No pudo ser. El proyecto de Madrid para convertirse en sede de los Juegos Olímpicos en 2016 no se hará realidad. Son ya tres las caídas que ha sufrido una candidatura que dio sus primeros pasos para albergar los Juegos de 1972, con Carlos Arias Navarro como alcalde de Madrid y en un momento político y social muy delicado para España. Berlín se llevó los Juegos y Madrid apenas opuso resistencia con un proyecto pensado en apenas dos meses. El siguiente objetivo se estableció en 2012, cuarenta años después del primero y con una situación bien distinta para la capital de España. Álvarez del Manzano estaba al frente de la ciudad y se gestó una candidatura mucho más sólida que la anterior, aunque todavía sin pulir. Londres venció y Madrid volvió a caer. Este tropiezo dolió más porque la ilusión también fue mayor. A pesar de todo, los madrileños se volvieron a levantar y no dejaron morir la ilusión de una gran ciudad y todo un país. La frustración de 2012 se convirtió en los cimientos de 2016 y en miles de corazonadas.

Ilusión Esperanza, éste es el nombre y apellido de la máquina a la que estaban conectados los corazones de los madrileños y muchos españoles. Las 18.50 era la hora de la verdad. Había que desconectarse del aparato y saber si las corazonadas podían latir por sí solas. Miles de personas en la Plaza de Oriente y otras tantas expectantes frente al televisor esperaban nerviosos las palabras de Jacques Rogge, presidente del COI. “Río de Janeiro” y las corazonadas no llegaron a latir.

Madrid tendrá que decidir si se rinde en la carrera olímpica o si se vuelve a levantar. Lo cierto es que es mucho el dinero invertido en un proyecto como para tirarlo todo por la borda. Sin embargo, las fuerzas pueden comenzar a flaquear en el seno de la delegación española después de tres intentos. Ahora surgen varias preguntas. Conociendo la regla no escrita sobre las rotaciones de continente, ¿deberían haber esperado a 2020 para presentarse? Así lo decidieron otras capitales europeas como París o Moscú tras la elección de Londres 2012. En cambio, la rivalidad para albergar los Juegos de 2020 podría haber llevado a los españoles a intentarlo en 2016.

Por otro lado, la celebración de unos Juegos Olímpicos supone un gran desembolso económico previo a la recogida de beneficios. ¿Hubiera sido este acontecimiento positivo para la economía de nuestro país? ¿Está España preparada para destinar un buen pellizco de sus Presupuestos Generales a un proyecto que se celebrará dentro de siete años? La parte positiva ya la conocemos: mejora de las infraestructuras, incremento del turismo…

Los responsables de la candidatura madrileña se sienten traicionados por algunos miembros del COI y al parecer dudan del juego limpio en el momento de la votación final. Lo cierto es que Río se encuentra a años luz de Madrid en aspectos tan importantes como infraestructuras, plazas hoteleras o algo mucho más importante para los deportistas, la seguridad. Sin embargo, el paternalismo ha limado estas diferencias.

Los Juegos Olímpicos de 2016 supondrán el momento decisivo en el despegue de Brasil hacia una nueva Era. De su éxito en la celebración dependerá que alcance el pleno desarrollo o bien siga en vías de conseguirlo. En este caso las infraestructuras quedan en un segundo plano, pues un país como Brasil y una ciudad como Río tienen otros muchos problemas que solventar y bastante más importantes. Tras el Mundial de 2014, el mundo les ha brindado una nueva oportunidad. Ojalá no la desaprovechen.

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